¿Qué hacer si tengo angiomas?

11 de diciembre de 2025
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Los angiomas son esas pequeñas marcas rojas que aparecen en la piel sin previo aviso. A veces son diminutos puntos color cereza; otras, manchas más extensas que cambian con el tiempo. Aunque la mayoría son completamente benignos, su presencia suele generar inquietud.

No solo por estética, sino por la duda: ¿por qué aparecen? ¿Deberían tratarse? Comprender qué son los angiomas y cómo cuidarlos ayuda a mirar la piel con más tranquilidad y sin miedo. En medicina estética, los avances tecnológicos permiten tratarlos con precisión, sin dolor y con resultados naturales.

Conocer los angiomas es, en el fondo, una forma de entender cómo envejece y se transforma la piel. Cada punto rojo cuenta una pequeña historia de los capilares que laten bajo la superficie, de la edad, de las hormonas o del sol. Y, afortunadamente, cada uno puede tratarse si incomoda o preocupa.

¿Qué son los angiomas?

Un angioma es una pequeña proliferación de vasos sanguíneos. Se forma cuando los capilares o venas más superficiales se dilatan o crecen más de lo normal. A la vista, puede parecer un lunar rojo, una mancha o una bolita brillante que se eleva apenas sobre la piel.

No suelen doler ni implican riesgo, pero su color intenso y su tendencia a multiplicarse pueden generar inseguridad. Existen distintos tipos de angiomas cutáneos, cada uno con su aspecto y su evolución:

  • Angioma rubí o punto rubí. Es el más frecuente. Se presenta como una pápula roja o violácea, de uno o dos milímetros, que suele aparecer en el tronco o los brazos a partir de los 30 años. Son inofensivos, pero visibles.
  • Angioma capilar. Es una pequeña mancha rojiza, plana o apenas elevada. Su origen está en capilares superficiales y suele blanquear ligeramente al presionarla.
  • Angioma plano o mancha en vino de Oporto. Se trata de una lesión congénita, rojiza o púrpura, que crece proporcionalmente con el niño. Con los años puede oscurecerse o engrosarse.
  • Angioma estelar o “spider nevus”. Tiene un punto central rojo del que salen pequeñas ramificaciones, como patas de araña. Aparece con frecuencia en cara, cuello o escote, y puede relacionarse con cambios hormonales o alteraciones hepáticas.
  • Hemangioma infantil. Es un tumor vascular benigno que surge en los primeros meses de vida. Crece rápidamente, pero la mayoría involuciona sola con el tiempo. Si sospechas que tu lesión podría ser un hemangioma y quieres saber cómo se elimina, aquí tienes una guía completa sobre tratamiento de hemangiomas.
  • Lago venoso. Lesión azulada, blanda, más común en labios o pabellones auriculares de adultos. Tiende a desaparecer brevemente al presionar.
  • Angioma cavernoso. Lesión más profunda y esponjosa, con tono azulado y textura blanda. Su tratamiento requiere láseres específicos.

Cada tipo cuenta algo diferente sobre el origen del angioma y sobre la piel donde aparece. Por eso, es importante observar, no alarmarse y buscar una valoración profesional antes de decidir cómo actuar.

¿Por qué salen los angiomas en la piel? Causas principales

La piel es un mapa vivo, y los angiomas son parte de su lenguaje. Su aparición se debe a distintos factores que pueden combinarse entre sí.

  • La edad es uno de los más evidentes. Con el paso del tiempo, los vasos se vuelven más frágiles y se dilatan con facilidad. Por eso los angiomas rubí aumentan a partir de la mediana edad.
  • Las hormonas también tienen mucho que decir. Durante el embarazo, la pubertad o al usar anticonceptivos hormonales, es común que aparezcan pequeños angiomas capilares o estelares, sobre todo en mujeres.
  • La exposición solar crónica debilita las paredes capilares y acelera el envejecimiento cutáneo, lo que favorece su aparición, especialmente en zonas expuestas como el rostro, el cuello o el escote.
  • El roce constante o pequeños traumatismos pueden provocar lesiones vasculares localizadas, igual que ocurre con los zarcillos que crecen en una pared: si la superficie se altera, el vaso responde.
  • En algunos casos, los angiomas estelares múltiples pueden ser una señal de alteración hepática. Aunque lo habitual es que sean benignos, conviene siempre descartar otras causas.
  • Y, por supuesto, la genética influye. Algunas personas simplemente tienen una predisposición natural a desarrollar angiomas con el paso del tiempo.

Los angiomas no aparecen por azar. Son una mezcla de herencia, entorno y vida. No se pueden evitar por completo, pero sí se pueden tratar y controlar.

¿Cuándo es peligroso un angioma?

La mayoría no lo son. Sin embargo, hay señales que deben vigilarse. Si un angioma crece rápido, cambia de color o forma, sangra con facilidad o duele, conviene consultar al dermatólogo o al médico estético. También si aparecen muchos en poco tiempo o si se localizan en zonas sensibles, como los párpados o la boca.

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El diagnóstico suele comenzar con una exploración visual y una historia clínica detallada. En muchos casos, basta con observar la lesión y realizar una dermatoscopia, una técnica que permite ver con aumento los vasos y estructuras internas.

En lesiones más profundas, puede solicitarse una ecografía Doppler, que ayuda a conocer la profundidad y el flujo sanguíneo. En raras ocasiones se necesita una biopsia, solo si el aspecto es atípico o genera dudas.

Conocer el tipo de angioma permite decidir el tratamiento más adecuado y, sobre todo, descartar otros problemas que puedan parecerse pero requerir un abordaje distinto.

¿Qué hacer si tengo angiomas?

Lo primero es no intentar eliminarlos en casa. Cortarlos o pincharlos puede provocar sangrado e infección, además de impedir un diagnóstico correcto. La recomendación más segura es mantener la zona limpia, usar fotoprotección diaria y acudir a valoración médica.

Si el angioma molesta o afecta la autoestima, existen soluciones médicas y estéticas que permiten tratarlo sin dolor ni cicatriz. Hablar abiertamente con el especialista sobre las expectativas ayuda a definir un plan realista y personalizado.

¿Cómo se eliminan los angiomas?

Hoy en día, los tratamientos son precisos, rápidos y seguros. La clave está en la energía selectiva: dirigir la luz o el calor al vaso sanguíneo sin dañar el tejido sano.

Terapia láser

  • Láser pulsado (PDL). Es uno de los tratamientos más eficaces para angiomas capilares y lesiones superficiales. Utiliza una longitud de onda que se dirige directamente a la hemoglobina, cerrando el vaso de forma controlada. El enrojecimiento posterior es leve y temporal.

En plataformas modernas como Alma Harmony, la tecnología se combina con sistemas de enfriamiento y control de energía que hacen la sesión más cómoda y segura. Los angiomas rubí o los spider nevus suelen responder en una o dos sesiones, mientras que las manchas más extensas pueden necesitar varias aplicaciones.

  • Láser Neodimio-YAG (Nd:YAG 1064 nm). Es la opción preferida para lesiones más profundas, como el lago venoso o el angioma cavernoso. Su longitud de onda penetra en capas más internas de la piel, sellando vasos grandes sin afectar la superficie.

Con Alma Harmony, el módulo láser Nd:YAG permite ajustar la energía al tamaño exacto del vaso, lo que mejora los resultados y minimiza los efectos secundarios.

La combinación de ambos láseres ofrece una estrategia integral: primero se tratan los capilares superficiales y luego los más profundos, logrando una piel más uniforme y luminosa.

Electrocirugía

Se utiliza en angiomas muy pequeños, especialmente puntos rubí. Mediante una fina aguja, el calor coagula el vaso. Aunque eficaz, requiere experiencia para evitar marcas, por lo que hoy se prefiere el láser en la mayoría de los casos.

Fármacos betabloqueantes: propranolol

En niños con hemangiomas infantiles que crecen rápido o interfieren con la función, el propranolol oral ha revolucionado el tratamiento. Reduce el tamaño del hemangioma y detiene su crecimiento, bajo control médico. No se usa de forma habitual en adultos ni con fines estéticos.

Crioterapia

La congelación con nitrógeno líquido puede emplearse en lesiones pequeñas, aunque con más riesgo de cambios de color o cicatriz. Por eso se reserva solo para casos muy específicos.

Cuidados post tratamiento de angiomas

Tras cualquier tratamiento, se recomienda evitar el sol directo, aplicar crema reparadora y proteger la piel con fotoprotector alto. Un ligero enrojecimiento o pequeñas costras son normales y desaparecen pronto.

El éxito del tratamiento no depende solo del láser, sino también del cuidado posterior y del seguimiento médico. La piel tratada necesita reposo, hidratación y protección solar. Con estas medidas, los angiomas pueden desaparecer sin dejar rastro visible.

Los resultados suelen ser visibles desde la primera sesión. Los angiomas rubí pueden desaparecer por completo; los planos o congénitos aclaran de manera progresiva. Lo importante es entender que cada piel responde de forma distinta y que, con el tiempo, pueden aparecer nuevos angiomas por los mismos factores que originaron los anteriores.

A veces, lo que empieza como una preocupación estética termina siendo una oportunidad para reconectar con la piel y cuidarla de otra forma. Los angiomas no son una amenaza, sino una señal. Una forma que tiene el cuerpo de recordarnos que el tiempo pasa, pero que siempre se puede hacer algo para recuperar la armonía de la piel.

Cada piel cuenta su historia, y entenderla es el primer paso para cuidarla con respeto y equilibrio.